Las universidades tienen la obligación de trabajar con sistemas que aseguren la calidad de las titulaciones que imparten y de los servicios que prestan. El trabajo con sistemas de calidad exige unos conocimientos y el manejo de unos conceptos que, a priori, pueden parecer oscuros y complejos. El conocimiento de los sistemas de calidad y su aplicación práctica genera en muchas ocasiones un conflicto en la organización, pues consume recursos materiales y humanos sin que se perciba una utilidad práctica inmediata (más allá del cumplimiento inexcusable de la obligación formal de llevarlo a cabo). Las universidades y administraciones tienden a implantar sus sistemas de calidad dando instrucciones claras y precisas sobre cómo aplicar el sistema, pero no prestan tanta atención a la difusión de los beneficios que aportan estos sistemas: ¿qué hay que hacer?, ¿cómo se hace? y, sobre todo, ¿para qué sirve? Es decir, se dan cursos y cursillos, sesiones de formación, presentaciones y...